Por esta época es
frecuente encontrar padres con angustia por no poder regalar a sus hijos lo que
ellos piden (tablets, móviles, videojuegos...) pero en realidad estos pedidos
están muy lejanos del significado de esta celebración cristiana; por desgracia la Navidad se ha ido
materializando.
Si fuera por los
mensajes que recibimos de la publicidad, parecería que la Navidad se reduce a una
temporada en que se vive la amabilidad e intercambiamos regalos. Y los niños
también son víctimas de este bombardeo mediático. Por eso la misión de los padres es orientarles hacia los valores cristianos
que representa esta época, a vivir la solidaridad, la humildad,
la gratitud, la generosidad, la paz, la reconciliación… virtudes que los harán
mucho más apreciables que los obsequios materiales.
De igual forma, el nacimiento de Jesús nos
invita a hacernos conscientes de su legado en la tierra, a llevar una vida
coherente con su mensaje: amor y paz; pues con su nacimiento también debemos
nacer nosotros, cambiamos para ser mejores. Y ello implica vivir los valores en
carne propia, como realizar en familia una actividad que así lo ratifique: por
ejemplo la generosidad, compartir con niños de menores recursos o con personas
necesitadas.
Finalmente, la labor educativa
de la familia no debe pasar por alto esta fecha para transmitir a los hijos el
origen y verdadero significado de la
Navidad , lo que implica ubicarles en el entorno espiritual
para vivir la fe. También los padres deberán ayudar a los niños a comprender
el nacimiento de Jesús como eje central de la festividad y entender el tema de
los regalos como una actividad que acompaña el ritual, la cual
debe vivirse con moderación, con la misma humildad con la que el Niño Jesús
nació en el pesebre.
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