viernes, 16 de noviembre de 2012

LA OBEDIENCIA EN LA FORMACIÓN DEL CARÁCTER


Hola a todos, continuando con la formación que este mes están  recibiendo nuestras hijas en el club, os enviamos este interesante artículo, que viene muy bien a los padres para trabajar  estos temas en casa.  

*Conseguir que nuestros hijos y alumnos sean disciplinados y obedientes ha sido siempre un punto central en toda labor educativa. Hoy en día, es una tarea difícil, incluso podríamos decir que en determinadas situaciones podemos ver, más que hijos obedientes, padres obedientes a las sugerencias y caprichos de los hijos. 


Todos sabemos hasta qué punto un niño o adolescente puede "tiranizar" y desajustar la convivencia familiar. Paradójicamente, es difícil que un niño que haga lo que quiera pueda sentirse feliz y sereno, ya que los niños y adolescentes como no poseen la experiencia y sabiduría necesarias, por su propia seguridad deben sentir que sus padres son los que mandan.



Si echamos una ojeada al mundo actual en determinados ambientes parece que el empeño de muchos es poner el acento en la necesidad de libertad de los niños y adolescentes. Tal necesidad es algo en sí mismo incuestionable, puesto que sin libertad no puede desarrollarse una persona, ni mucho menos alcanzar su madurez.




Sin embargo, se hace patente que de tanto querer "liberar" a los hijos de la "opresión" de sus padres, se ha llegado a la situación contraria: un abuso de libertad que roza los límites del libertinaje. Se les deja hacer lo que quieren " lo que les apetece", y todo aquello que se oponga a los deseos espontáneos de los niños - léase normas de la sociedad, autoridad paterna, etc.-. es tachado incluso por la literatura del momento o las películas de las series que tanto les gustan como "condicionamiento asfixiante" o "Represión autoritaria".



Se ha descuidado otro aspecto no menos importante de la educación que es la necesidad de seguridad, sobre todo en periodos claves del desarrollo como son la infancia y la adolescencia. En efecto, es un noble empeño querer la libertad de los hijos, pero hay que darse cuenta que le es indispensable un mando, unas reglas fijas, una obediencia porque también necesitan sentirse seguros frente al medio ambiente que les envuelve.



Por otro lado, nuestros hijos estarían haciendo un triste uso de su libertad si no se dieran cuenta que junto a la suya propia se encuentran las libertades de los demás, padres, hermanos, amigos, profesores, etc…merecedoras también de respeto.



La razón es sencilla y responde a una filosofía equivocada. 



Hace pocas generaciones a los niños no se les otorgaba la libertad de expresarse y de mostrar su individualidad, lo que respondía a modelos de educación autoritaria, a los niños no se les permitía compartir el mundo adulto en la misma medida que ahora lo hacen. 



Más tarde, patrocinado por el americano Benjamín Spock se pasó al otro extremo, comenzó una etapa en la educación que tenía como panacea la permisividad, basándose - influidos por las teorías psicoanalíticas - en que a los niños no debían inhibírseles por las frustraciones y traumas que podrían sufrir, así se pasó a "laissez faire" excesivamente idealista malentendiendo la libertad e independencia y que llena las consultas psicológicas de niños inseguros y con baja autoestima. 



El propio Benjamín Spok reconoció que el aumento de la delincuencia en Estados Unidos se debe a la falta del ejercicio de la autoridad por parte de los padres.



La necesidad de autoridad está pues más que comprobada. Transigir en este terreno es hacer un flaco servicio a la formación de nuestros hijos, tampoco resulta eficaz repetir machaconamente "en nuestros tiempos era distinto". La transigencia pone a los chicos en una situación difícil y desorientada, se sienten como flotando. 



Es verdad que los tiempos han cambiado, las circunstancias familiares también y la sociedad a la que se están enfrentando nuestros hijos no digamos. Por tanto creo que se impone una nueva reflexión sobre qué es la obediencia y cómo adaptarla a nuestros días.



La obediencia reflexiva supone sumisión del propio juicio, que no se hace por temor al castigo sino porque el sujeto actúa por convencimiento y lealtad. Es la auténtica y deseable obediencia, porque se trata de "aceptar asumiendo como decisiones propias, las de quien tiene y ejerce la autoridad, con tal de que no se opongan a la justicia". 



Por ejemplo, si mandamos a nuestro hijo ordenar su cuarto no sólo lo hará, sino que pensará la mejor forma de hacerlo. Este es el tipo de obediencia que debemos fomentar.



Otra cuestión que debemos tener en cuenta al educar a nuestro hijo es que no se trata de que sea obediente porque sí, que haga lo que le decimos porque yo lo mando. La obediencia no es un fin en sí misma sino un medio para alcanzar un fin, que es la formación de su propia personalidad, de su carácter. La obediencia es una virtud y como todas las virtudes son medios para alcanzar metas superiores. Al educar en la obediencia educamos el tan deseado autocontrol, la lealtad, la sinceridad, la humildad, el saber mandar, la responsabilidad, etc.



Podríamos preguntarnos ¿Cómo?¿Qué tiene que ver la obediencia con el autocontrol? Nuestros hijos serán y deben ser cada vez más autónomos, más libres, ello implica que sepan discernir qué cosas les ayudan a crecer como personas y qué otras no - labor fundamental de la formación de la conciencia - pero difícilmente seguirán los dictados de su conciencia si no han sido disciplinados en la obediencia, se dejarán llevar fácilmente por los múltiples estímulos que hoy les ofrece la calle.



Influirá también en su sentido de la responsabilidad, tanto en su estudio como en sus obligaciones familiares y sociales, no hay responsabilidad si no se ha aprendido a obedecer. También favorece la humildad, el soberbio está incapacitado para obedecer y es tiránico a la hora de mandar por la exaltación de su propio yo, difícilmente se someterá a la autoridad, para saber mandar hay que saber obedecer. Y así el resto de las virtudes humanas que se encuentran como en un racimo de uvas, cuando tiramos de una vienen detrás las demás.





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